Normalmente cuando tomamos la decisión de en qué entidad financiera debemos abrirnos una cuenta, tomar un préstamo, o en definitiva ‘confiar’ nuestras decisiones de inversión y financiación nos fijamos en parámetros como las comisiones, la rentabilidad que nos ofrecen en los productos de pasivo, o la disponibilidad de ciertos productos preferidos, entre otras cuestiones.
Una cuestión en la que no caemos mucho en la cuenta a la hora de formarnos una decisión de este tipo, es en la distancia a la que se encuentra la sucursal de nuestro domicilio, o en el número de cajeros disponibles de dicha entidad en los lugares que frecuentemos.
Pensemos en esto último, imagínese que la sucursal se encuentra comparativamente más lejos de nuestro domicilio que otras entidades, finalmente acabaríamos disponiendo de dinero en efectivo en los cajeros automáticos más cercanos, suponiendo un importante coste al cabo del año. Tengamos en cuenta que dependiendo de la red del cajero y de la cantidad dispuesta, puede suponernos hasta uno y dos euros por operación.
Por todo ello, no es ninguna tontería hacer este pequeño análisis. Es posible que las rentabilidades ofrecidas compensen sobradamente este tipo de comisiones, pero compartirán conmigo que no sucede en todos los casos.
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