¿Quieres ahorrar? Pues acelera sólo si es realmente necesario

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Una de las pasiones de muchos conductores se centra en pisar el acelerador de forma indiscriminada. Su secuencia de actuación es la siguiente: “Voy a cambiar de marcha y por eso: quito gas, piso embrague, selecciono la marcha, suelto embrague y piso gas”. Esa es la forma de hacer de millones de conductores en todo el mundo. Sin embargo, en esa secuencia falta un matiz esencial: cuando suelto el embrague, piso gas si lo necesito realmente.

No siempre es necesario accionar el pedal del acelerador. El vehículo, a medida que se desplaza, cuenta con un impulso que no hay que despreciar jamás, ni en materia de seguridad vial ni en materia de consumo energético. Y en este terreno hay que pensar que cada vez que soltamos el acelerador aliviamos nuestro bolsillo.

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Eso es así porque, en los coches actuales, cada vez que dejamos ir el pedal del gas transmitimos una orden directa a la centralita electrónica que se encarga de dosificar la inyección de carburante y esta deja de enviar gasolina o gasóleo a los cilindros del motor. Dicho de otra forma, cuando dejamos de pisar gas, el motor funciona con aire, así que nuestro consumo es cero.

¿Por qué no se para el motor, entonces? Pues porque se ve arrastrado por el movimiento de las ruedas. Y como las ruedas giran porque el coche lleva un impulso, cuando dejamos ir el acelerador nos trasladamos por la patilla.

En más de una ocasión, al cambiar de marcha podemos aprovechar para circular a retención, es decir, sin pisar el acelerador. De esta forma, aprovecharemos completamente el impulso que lleva el coche y no consumiremos carburante.

Hay otro detalle que conviene tener en cuenta. Cuanto más aceleramos, más necesitamos frenar. Acelerar para luego frenar supone una patada considerable a nuestro bolsillo. Al pisar el acelerador gastamos gasolina o gasóleo y al pisar el freno gastamos los elementos del sistema de frenado. Lógicamente no se trata de olvidar que tenemos un pedal para acelerar y otro para frenar, sino intentar que cuando los usamos sea porque lo necesitamos, no por vicio.

¿Cuál sería una forma más económica de proceder? Anticiparnos a los acontecimientos. Un par de ojos bien educados y una buena dosis de sentido común son el mejor dispositivo para el ahorro. Si miramos más allá de nuestras narices, detectaremos antes las razones por las que deberíamos comenzar a perder velocidad y de esta manera recortaremos nuestro consumo de carburante y frenos.

Foto | Flickr (montuno)

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