Se acercan los temidos meses de mayo y junio, meses de comuniones en todo el país. Muchos padres ya desde enero han visto como los escaparates se llenaban de vestidos blancos y trajes de marinero. El año pasado tuve la de mi niña pequeña y antes de valorar la compra de un vestido nuevo, me planteé usar el de su hermana mayor. El propósito ahorrar un gran desembolso pero que la niña tuviera su vestido como si fuera nuevo.
El vestido al estar usado hay que llevarlo a la tintorería, de los 30/40 euros no baja ninguna, ese gasto es obligado. Después reparar los pequeños desperfectos que se hizo el vestido el primer día de usarlo, como el tul no se puede coser, se compró una puntilla de unos 10 cms de ancha para rematar el vestido por los bajos. En el mercado hay multitud de modelos, en este caso se puso una muy elaborada, el vestido cambió por completo.
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Este truco también vale para alargar un vestido si la niña es más alta que la anterior. Otro cambio que se puede realizar es quitar o poner mangas de farol. En mi caso las quité desde la primera comunión (aquí fue la modista de la tienda), por eso se remató el vestido a la altura de los hombros con gasa transparente. Si lleva pedrería y está en buenas condiciones pero le quieres dar otro aire, compra piedras similares pero de otros tonos y cóselo al borde de las demás.
El total del gasto no excedió de 120 euros, si tienes un vestido ya usado o pueden dejarte alguno, plantéatelo. Un vestido nuevo no baja de los 400 euros y en algunas ocasiones las niñas se lo quitan en cuanto acaba el banquete.
Imagen | vitarc en Flickr