La Concejalía de Servicios Municipales de Plasencia repartirá esta semana 42.000 chicles a los 6.000 estudiantes de centros de Primaria e IES de la ciudad extremeña. ¿Para qué? Pues es una acción para lograr cambiar los hábitos de consumo de los niños y jóvenes y aprendan a utilizar correctamente los chicles y no acaben tirados en el suelo, ensuciando la ciudad.
¿El ahorro? Les explicarán que hay que guardar el envoltorio una vez abierto y hacer una bola con el chicle una vez desechado y tirarlo en una papelera. El ahorro será para los servicios de limpieza e incluso de salud ya que un chicle tarda hasta seis años en degradarse y acumulan unos 60.000 gérmenes.
La limpieza de millones de chicles requiere maquinaria de alta tecnología que hace que cueste la eliminación de los mismos hasta cinco veces más de una limpieza habitual. ¿Se extenderá esta iniciativa por más ciudades españolas?
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