Es final de mes e ir a la compra puede llegar a ser toda una odisea. Pero hay veces en las que no queda otro remedio: ¿seguro? Si te has quedado sin algún ingrediente fundamental para cocinar, quizás puedas encontrar un sustituto .
Es tan sencillo como echarle imaginación a la hora de cocinar o dejar que quienes ya han pasado por el trance te recomienden cuáles son los que más se ajustan a tu problema. Por ejemplo, ¿sabías que los huevos que se necesitan para recetas al horno se pueden sustituir por una cucharada grande de vinagre blanco siempre que en la receta no haya levaduras? Pues hay más trucos útiles de este estilo.
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Miel: uno de esos que a mí siempre me faltan o, pero, que compré y se ha quedado dura. Si nos hemos quedado sin ella y la receta la pide, podemos hacer una mezcla de una taza y cuarto de azúcar con un cuarto de taza de agua. Batimos hasta que se mezclen y ahí tenemos un accesible sustituto para la siempre esquiva miel.
Levadura: Si no eres muy cocinitas, seguro que de esto no hay en tu despensa, pero no pasa nada. Dos partes iguales de bicarbonato sódico y jugo de limón solucionarán el problema. Dos avisos: hay que echarlo en último lugar en la receta para que funcione correctamente y, además, no necesita tiempo para subir.
Zumo de limón: ¿Te has quedado sin él? Puedes sustituir la cantidad apuntada en la receta por la mitad de esa cantidad, pero de vinagre.
Vinagre: Y, claro, en el caso anterior también vale lo contrario, sustituir el vinagre de la receta por dos medidas de jugo de limón.
Seguro que hay más trucos similares que habéis probado. Haciendo uso de la frase hecha: cada maestrillo, tiene su librillo.
Foto | Junmon 603 en Flickr